Los libros parroquiales guardan toda la información referente a nuestros antepasados. Nacimientos, matrimonios, defunciones, confirmaciones y excomulgados forman los Quinqui Libri. Consultar un libro de éstos es siempre empezar una aventura hacia la Historia, hacia lo desconocido, entendido esto como parte de cualquier investigación.
No obstante en sus páginas hay mucho más que noticias sobre nuestros ancestros. Los libros parroquiales se convirtieron en muchos lugares en auténticos registros de los sucesos más llamativos del pueblo y el párroco, como hombre entendido en letras, en su cronista. Tal vez él fuera de los únicos que supieran leer y escribir entre los parroquianos y, además, con un interés por transmitir los hechos más relevantes del mismo modo que recogía la información de sus fieles.
Los párrocos solían dejar estos apuntes históricos sin entorpecer los registros, por ejemplo, de nacimientos. El final de cada uno de los libros que formaban el Quinqui Libri era un buen lugar para dejar estas noticias, como también las primeras páginas o las últimas del mismo Quinqui Libri y, en algunos casos, las mismas portadas por su parte interior. Todo iba en función de lo que el párroco quería dejar para la posteridad.
Así, se pueden encontrar auténticas sorpresas en los libros parroquiales e incluso joyas. Noticias sobre procesiones rogativas, mejoras en el templo, catástrofes o epidemias sufridas por el pueblo o visitas de personajes ilustres son los temas más repetidos. Las propias firmas antiguas de los curas son en ocasiones también dignas de ver.
En algunos casos aparecen también dibujos, oraciones, poemas o adornos como los que se ven en las imágenes que acompañan a este texto, algo que nos demuestra que el tiempo de dedicación no tenía en otras épocas el valor que le damos actualmente.
Pero también hay lugar para el misterio. En una parroquia de la provincia de Albacete apareció un texto misterioso tanto por el contenido como por su composición en cuadrado.
Los palíndromos como éste son cuadrados mágicos que pueden leerse en todas las direcciones. De izquierda a derecha, de derecha a izquierda, de arriba a abajo y de abajo a arriba, el resultado siempre es la misma oración. La traducción podría ser “el sembrador Arepo (sator Arepo) mantiene (tenet) las ruedas con destreza (opera rotas)” aunque también cabrían dos más: “el sembrador Arepo toma con cuidado el arado” y “el sembrador en su carro dirige con destreza las ruedas”.
Esta inscripción apareció por primera vez en las ruinas de Herculano y Pompeya aunque también hay constancia de ella en Inglaterra, en Siena y en Malta.
Muchos han intentado buscarle un mensaje oculto y, tal vez, lo hayan encontrado. En 1926 tres estudiosos descubrieron que al disponer las letras en forma de cruz con la N en el centro aparecía la expresión PATER NOSTER, mientras que con las A y O sobrantes se formaba el alfa y omega, el principio y el fin, que acompaña a las celebraciones litúrgicas. Expresado gráficamente sería así:
Esta inscripción podría remontarse a los símbolos que los primeros cristianos utilizaban para reconocerse de modo seguro y esconder así su fe ante las persecuciones romanas. De este modo tendrían sentido otras traducciones atribuidas a este texto como “el creador produce su obra por círculos” o “Dios tiene en sus manos las obras”.
Pero aún hay más: combinando las letras del texto aparecieron más frases que se pueden atribuir al lado del bien y otras al lado del mal. De este modo se enraizaría con las creencias populares en cuanto a protección y curación puesto que muchos ritos de “curación” finalizaban con estas palabras. El hecho de encontrase en un libro parroquial puede relacionarse con el hecho que se trate de una inscripción con referencias religiosas y que al mismo tiempo sirva como protección.