Viene de la primera parte del artículo «La fuerza de los genes (I)«
Otra familia en la que se puede percibir esa huella genética que pervive con el paso de las generaciones es la casa real inglesa. Uno de los diarios más conocidos de la prensa londinense publicó en 2009 un artículo titulado “The throne clones” (los clones del trono), donde se señalaba el gran parecido existente entre algunos de los miembros actuales de la casa de Windsor y sus antepasados reales.
Destacaban por su extraordinario parecido la reina Victoria (1819-1901) y la actualmente princesa Beatriz o entre Charlotte (1744-1818), consorte de Jorge III, y Lady Gabriella Windsor. A la reina Isabel II se la vinculaba con su bisabuela Mary (1867-1953), esposa de Jorge V.
Entre los descendientes actuales de la famosa familia valenciana de los Borja – o Borgia – podemos apreciar otro ejemplo de parecido entre antepasado y descendiente, aún cuando hayan transcurrido unos siete siglos entre uno y otro.
El retrato del Papa Calixto III (1378-1458) nos recuerda varios de los rasgos fisonómicos bien presentes en la persona de Rodrigo Borja (nacido en 1935 en Quito), presidente de Ecuador y descendiente directo de la rama americana de los Borja.
A la hora de comparar a estos dos personajes hay que tener en cuenta que en la edad media los retratos no eran todavía tan realistas como en épocas posteriores. Pese a ello, varios de los rasgos faciales son claramente coincidentes (nariz grande, pliegues característicos en la comisura de los labios, barbilla…)
La fuerza de los genes se percibe asimismo entre los descendientes del genial Francisco de Goya (1746-1828). Mariano de Goya, séptima generación de descendientes desde el artista, se le asemeja mucho, especialmente al Goya anciano que retrató en 1826 el pintor Vicente López Portaña.
La expresión facial, la mirada, es prácticamente igual.
En otras latitudes, pero no por eso menos interesante, existe un interesante proyecto fotográfico en el que descendientes de personajes famosos son retratados con las mismas ropas y en el mismo fondo en que posaron sus ilustres antecesores. Nos lo muestra la página web inglesa http://anthonylukephotography.blogspot.com.es/2011/08/brilliant-descendants-portait-series-by.html
Como es de esperar no todos los retratados se parecen a su familiar (ya que pueden haber heredado sus rasgos de algún otro de los antepasados de su árbol genealógico, bien sea por el costado paterno o materno) mientras que otros si que comparten algún elemento concreto (barbilla, pómulos, cejas…).
Pero volvemos a encontrar un caso que llama nuestra atención por el gran parecido existente con el antepasado. Nadie puede dudar de que es el tataranieto del ilustre escritor Charles Dickens.
Cierto es que no es posible – para la inmensa mayoría de nosotros – conocer el aspecto físico de nuestros antepasados más lejanos en el tiempo, pero sí que iniciándonos en la genealogía podremos recordar su nombre y apellidos y saber ciertos detalles de su vida (los años que vivió, los hijos que tuvo, con quien y donde se casó, donde vivió, su oficio, etc).
Precisamente ese puede ser uno de los motivos por el que interesarnos por nuestros antepasados y querer investigar el árbol genealógico: recuperar información sobre los individuos que se nos pudieron parecer en el pasado – bien a nosotros o a alguno de nuestros familiares actuales – y gracias a los cuales estamos hoy aquí.
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