Como extensión del artículo en el que hablamos de las sorpresas en los libros parroquiales, hemos querido dedicar un «monográfico» a las firmas con las que los párrocos daban fe de la veracidad de las anotaciones.
En nuestras investigaciones históricas de antepasados encontramos documentos firmados simplemente con el nombre del sacerdote o escribano y otros con rúbricas extremadamente adornadas.
Las hay verdaderamente bonitas y algunas incluso enigmáticas, pero todas ellas tienen en común la voluntad del cura de distinguir sus inscripciones de las demás con su rúbrica de un modo claro, incluso quizás con algo de pedantería.
La siguiente recopilación se extrae de partidas sacramentales en su mayoría del siglo XVIII: